Es de noche en la Zona Cero y las máquinas siguen trabajando sobre la superficie y debajo de ella. Llegamos en tren desde New Jersey y la estación final en Manhattan muestra todavía las secuelas de un horror. Ocho años tiene este horror pero es como el alma de un viejo que escupe sangre. Hace ocho años escribí unas líneas que hoy, en este lugar poblado por una multitud traslúcida, anoto sobre la página en blanco:
11 de septiembre
Paraísos contenidos en una palabra inacabable
pronunciada
en el médano de la luz. Ángeles horrendos,
multitud traslúcida en una sola
palabra,
aire incendiado que pronuncia el vacío.
Silencio.
Una brizna de silencio en la tormenta
detona el fuego de otras palabras.
New York. Cuadernos de viaje.
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